23 de enero de 2015

VEINTE AÑOS SIN GREGORIO








La ciudad había retomado su pulso; pero, todavía, andábamos saboreando  la fiesta de San Sebastián y, en nuestras cabezas, aún, redoblaba la tamborrada. No eran años de alegrías y las posibilidades de sonreír resultaban escasas. No sonreíamos porque, en cualquier momento, los teletipos  nos  hablaban de  atentados mortales. Fue un veinte y tres de enero de hace veinte años. Un  día  gris y con lluvia. Me encontraba en la oficina y, todavía,  no había ido a comer. Tenía que terminar un informe, que no recuerdo ni quién me lo encargó ni de qué iba. La compañera, que llevaba los temas de comunicación nos dio la noticia. Han matado a Gregorio Ordoñez. Quizás sus palabras no fueron aquellas; pero nunca  olvidaré ese momento. De aquel día, conservo recuerdos que, a veces, como hoy, acuden  en desorden a mi  memoria. Flashes  borrosos que se encuentran en mi mente y que, siempre, seguirán ahí. Informativos. Flores en el suelo. La manifestación. El bar de la calle 31 de agosto. El funeral. La concentración en la plaza de Gipuzkoa. Voces de la radio. Gregorio, es irrepetible. Dejó un gran vacío y muchos le echamos  de menos en esta ciudad  como también echamos de menos  a  mucha gente, que la sinrazón se llevó por delante; pero me gustaría  compartir con vosotros un recuerdo. Un día me acerqué al Centro de Atracción y Turismo, en los bajos del teatro Victoria Eugenia a pedir unos catálogos. Tenía unos amigos ingleses a los que quería convencer para venir a Donostia. No era fácil en aquellos años atraer gente aquí. Gregorio  era  entonces el  concejal de Turismo. Era la hora de comer. No sabía muy bien si estaba abierto o cerrado; pero entré. Él se encontraba detrás del mostrador y me atendió personalmente. Bajó al sótano, subió un par de cajas y escogimos juntos  los catálogos, luego, hablamos un rato sobre nuestra ciudad, San Sebastián.  Iñigo Oliberos. Donostia- San Sebastián  23. 01. 2015.                     

1 de enero de 2015

PIROTECNIA ASESINA



                            ( incendio en Trintxerpe 01.01.2014.)

Suelo cenar la Nochebuena y Nochevieja en Trintxerpe en casa de mi pareja. Trinxerpe es un barrio de Pasaia, colindante con Donostia. Zona degradada y  machacada por todas  las crisis  desde  décadas y a cuyas gentes los  políticos, han venido engañado, campaña tras campaña, con falsas expectativas de regeneraciones de su puerto y bahía y que continuarán  haciéndolo porque vende votos. Nada más terminar las uvas, cuando 2014  comenzaba a dar sus primeros pasos, nos encontrabamos con un incendio provocado por esa manera bárbara  de recibir el año con cohetes, petardos y bengalas. Varios edificios de estructura de madera ardieron como papel de fumar. Edificios viejos, casas de rentas antiguas, pisos de toda la vida, que se hicieron ceniza con sus muebles, fotos y recuerdos. No hubo desgracias personales; pero pudo haber ocurrido  una tragedia. Ayer, se ha cumplido un año de aquello y no me consta que ningún  político- ni  de los que algunos, ahora, les llaman *la casta*  ni de los que se autoproclaman los parias y  dicen que  “podrán” con todo- se hayan acercado por allí para compartir, tal día como ayer, con los afectados del incendio unos minutos de su tiempo   y  exigir  que se intensifiquen  las investigaciones  para atrapar al mal nacido que causó tanto dolor porque el incendio, según los informes técnicos, se produjo por una bengala de barco cuya venta suele estar  controlada.  
Sin embargo, no acaba ahí todo. Pensaba que ayer no iban a producirse  lanzamientos de petardos, quizás por un respeto a lo ocurrido el año pasado y a los vecinos que tanto daño sufrieron; pero sí que  los hubo. Se ha  continuado con esa costumbre   incívica de quiénes  se atribuyen  el derecho de apropiarse de la vía pública para "divertirse" a costa de quienes no nos hacen gracia sus "gracias" y , de paso,  poner nuestra seguridad  en peligro. Invito a la Alcaldesa de Bildu de Pasaia y al Alcalde de Bildu de Donostia ( hay zonas de dominio público compartido entre ambos municipios) a que se acerquen, tras las uvas,  a la calle Azkuene a ver la *guerra* de lanzamiento de petardos y cohetes de balcón  a balcón  desde las casas de una acera a la otra y digo Bildu porque,  ahora, es quien manda en el municipio tras suceder  al PSOE en las urnas con quien ocurría exactamente lo mismo.   
Ayer, entre la una y cuarto y la una y media de la madrugada, esperaba un taxi junto a mi novia para regresar a Donostia  cuando  unos vándalos sacaron el instinto asesino que anida  en su interior  y que aflora en noches como ayer y lanzaron -ayudados con *algo*, probablemente, una *lanzadera*- “un artefacto”,  no un petardo. Lo hicieron un poco más arriba de la estación de taxis y desde la esquina de un callejón, amparándose como las  ratas en la oscuridad y aquella *cosa*  voló por la acera, recto, a la altura que camina  una persona   e impactó con gran estruendo frente al viejo bar Robin.Si pilla a alguien, lo mata. Ruego a responsables políticos, si, verdaderamente , aún,  les queda  un ápice de responsabilidad, a que tomen medidas, aunque sea a base de reforzar con más policía la zona, implementen ordenanzas más duras  con  sanciones ejemplares y que  las hagan cumplir porque si no se cumplen son papel mojado  o, incluso, si se sienten incapaces desde el poder municipal que  lo reconozcan y soliciten a los diputados de sus partidos, si es preciso, impulsar una reforma del Código Penal   para que esto  no suceda  nunca  ni en Pasaia ni en ningún otro lugar. Iñigo Oliberos.
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P.D. Si empezábamos el pasado año 2014  con un incendio y, como en casa del pobre siempre hay tristezas, lo terminábamos ayer con un muerto en plena calle Azkuene. Un poco antes de ir a cenar una persona fallecía  por  infarto súbito  desplomándose  en la  acera  y su  cadáver estuvo tirado en el suelo, un buen tiempo, envuelto en una bolsa de plástico amarilla,  a la espera que el juez levantara su cadáver. Goian bego. Descanse en paz.  Y un sentido abrazo a su familia.

31 de enero de 2014

REVOLUCION DEL RACING


Nunca pensé, que se llegaría a esto.  El partido duró un minuto y el Reglamento prevé sanciones para los  no comparecientes. Una  suspensión que puede alcanzar  seis meses. Sí. Los actos de rebeldía tienen su riesgo; pero, en este caso,  no creo que se apliquen  sanciones. 

El fútbol, no deja de ser una  representación de ciertas  cosas que ocurren en el país. Reparto desigual de derechos de TV,  que hace que  los ricos sean asquerosamente  más ricos  desvirtuando  la competición. Arbitrajes de medio pelo.  Menosprecio al aficionado, que sostiene el tinglado  echándolo de los estadios  con horarios de partidos, casi de madrugada ( los  lunes a las 22h) , dirigentes irresponsables que quiebran  clubes  fichando  a saco y esperan jeques o mesías salvadores. Financiaciones dudosas. Compras y ventas de partidos. Dinero público inyectado a clubes. Sí. No se libra ni dios y la Liga de Futbol Profesional es una autentica pantomima .
 
La situación del Racing es la de muchos clubes del futbol modesto. Cierto; pero lo que han hecho los jugadores del Racing, llamando la atención de lo que ocurre en su club  y exigiendo, no sólo el pago de sus deudas salariales, sino pidiendo,  también,  la regeneración de los gestores del club,   es un acto individual de rebeldía,  que va más allá del fútbol en un el país en el que se necesitan actos de rebeldía porque muchas veces, sólo, desde  esta forma, la rebeldia pacifica y contundente,  se pueden cambiar las cosas. Y como cualquier acto de rebeldía justo cuentan con  mi apoyo.  Iñigo Oliberos

19 de junio de 2013

COBAYISMO INHUMANO











ERES. Salarios. Desahucios. Pensiones. Sanidad. Educación. La Administración. Pobreza. Miedo. Resignación. Sumisión.  Miedo a que se muera tu madre y tengas que pedir permiso en el trabajo. Liberalismo Económico. Desmantelamiento  del  Estado social. Pocos ricos. Muchos pobres.
Ha  vuelto a la carga  el FMI. Esta vez con  un tipo calvo con  traje liso y corbata lisa detrás de una mesa lisa delante de un portátil plano  y con un jarro de agua. Habla en inglés. Carraspea, como sólo carraspea un inglés  de la London Economic School antes de decir algo trascendente y, después de decir weell,  nos explica  que, otra vez, serán ERES, salarios, desahucios, pensiones, Sanidad, Educación, la Administración. Pobreza. Miedo. Resignación. Sumisión. Que no tienes que sentir pena, sino miedo a que se muera tu madre,  porque, si se muere,  tendrás que ir   al entierro saliendo por  la puerta de atrás de tu centro  trabajo, escaqueándote,  sin que te vean, como si te escaparas a tomar un café. Que es necesario  más liberalismo económico y menos Estado social. Que hace falta  una vuelta  más a la  tuerca de ese  garrote vil de la austeridad  que nos estrangula lentamente cada día.
La Renta Nacional  concentrada en menos manos y la miseria  arrojada  sobre más espaldas Pero el tipo calvo, el que carraspea y dice weell  suavemente, estirando la e como sólo la estiran los economistas de la London Economic School o de  los de la Universidad de Chicago  sabe  que hace falta más. Mucho más. Pero no lo dice. Lo conoce y lo calla.  Lo sabe porque  siniestros personajes de bata blanca ya  lo han experimentado con guantes. Primero,  con ratas, en laboratorios,  llevándolas   a su  límite para que  se devoren entre ellas y, luego, con peces hambrientos, después con monos y también con personas en países que nada tienen  y a nadie  importan. Unos contra otros. Gentes contra gentes. Comunidades contra Comunidades, todos  despezándonos por todo sin obtener nada.  A mordiscos  por  cachos  de miseria para  quedarnos  sin nada, en la nada.
Cuando otro tipo calvo  del FMI,  dentro de años,  carraspee y nos diga weell   con un  traje liso y corbata lisa detrás de una mesa lisa delante de un portátil plano  y  con un jarro de agua y para anunciarnos , en inglés, como el ángel del señor anunció a maría, que nos toca, porque,  así está  programado, salir de la crisis, es posible que gentes de otros lugares, morbosas de ver niños hambrientos  atraviesen en decrépitos  AVES soleados y desolados paisajes como los de los cuentos de Aldecoa.  Iñigo Oliberos